Evangelio según San Juan 13:3-17
3
Jesús, que sabía que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas, y que había salido de Dios, y que a Dios volvía, 4
se levantó de la cena, se quitó su manto y, tomando una toalla, se la sujetó a la cintura; 5
luego puso agua en un recipiente y comenzó a lavar los pies de los discípulos, para luego secárselos con la toalla que llevaba en la cintura. 6
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: «Señor, ¿tú me lavas los pies?» 7
Respondió Jesús y le dijo: «Lo que yo hago, no lo entiendes ahora; pero lo entenderás después.» 8
Pedro le dijo: «¡Jamás me lavarás los pies!» Y Jesús le respondió: «Si no te los lavo, no tendrás parte conmigo.» 9
Simón Pedro le dijo: «Entonces, Señor, lávame no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza.» 10
Jesús le dijo: «El que está lavado, no necesita más que lavarse los pies, pues está todo limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos.» 11
Y es que él sabía quién lo entregaría; por eso dijo: «No todos están limpios.» 12
Después de lavarles los pies, Jesús tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Saben lo que he hecho con ustedes? 13
Ustedes me llaman Maestro, y Señor; y dicen bien, porque lo soy. 14
Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15
Porque les he puesto el ejemplo, para que lo mismo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan. 16
De cierto, de cierto les digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que lo envió. 17
Si saben estas cosas, y las hacen, serán bienaventurados.