¡Alabado sea el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su
gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo
mediante la resurrección de Jesucristo,
para que tengamos una esperanza viva...
— 1ª de Pedro 1:3 (NVI)
Mientras nos preparamos para celebrar la Resurrección de
Jesucristo en esta temporada, recuerdo el amor perdurable de
Dios por la humanidad a pesar de todas sus fallas. Al resucitar a
Jesús de entre los muertos, Dios mostró que la muerte no puede
vencer el amor arraigado en el carácter inmutable de Dios. Este
amor no es variable ni caprichoso; es una fuente constante y
consistente de transformación positiva en el cosmos.
A través de la Resurrección, Dios nos ofrece la esperanza de
una vida nueva, incluso frente a la guerra, el espectro de la salud
quebrantada y las divisiones que el miedo y el odio causan entre
las personas. La victoria de Jesús sobre la muerte apunta al cielo
nuevo y a la tierra nueva mencionados en 2ª de Pedro 3:13 y
Apocalipsis 21:1.
El amor de Dios revelado en la Resurrección es también un
llamado a la acción. Es un recordatorio de que estamos llamados
a renunciar a nuestros derechos y temores para amar a los
demás como Dios nos ha amado y trabajar por la reconciliación
de todas las cosas. La Resurrección es un llamado a vivir en el
poder del Espíritu Santo y ser agentes del amor y de la gracia de
Dios en el mundo.
El amor de Dios es firme, constante y lo suficientemente
poderoso como para superar incluso los
mayores obstáculos. Mientras celebramos
la victoria de Jesús sobre la tumba, que nos
inspire a vivir este amor y a compartirlo con
todas las personas que nos rodean.
— Reverenda Kimberly Orr
Editora mundial,
The Upper Room