Mi peor día

¹ En el año que murió el rey Uzías, yo vi al Señor sentado sobre un trono alto y sublime. El borde de su manto cubría el templo. ² Dos serafines permanecían por encima de él, y cada uno de ellos tenía seis alas; con dos se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. ³ Uno de ellos clamaba al otro y le decía: ⁴ La voz del que clamaba hizo que el umbral de las puertas se estremeciera, y el templo se llenó de humo. ⁵ Entonces dije yo: ⁶ Entonces uno de los serafines voló hacia mí. En su mano llevaba un carbón encendido, que había tomado del altar con unas tenazas. ⁷ Con ese carbón tocó mi boca, y dijo: ⁸ Después oí la voz del Señor, que decía: ⁹ Dijo entonces: ¹⁰ Entorpece el corazón de este pueblo. Cierra sus oídos, y ciega sus ojos. Que no vea con sus ojos ni oiga con sus oídos, ni entienda con su corazón, para que no se convierta ni sea sanado.»