Nota editorial

Acercarse al Rey

Al tercer día, Ester se puso sus vestiduras reales y fue a
pararse en el patio interior del palacio, frente a la sala del rey. El rey estaba sentado allí en su trono real, frente a la puerta de entrada. Cuando vio a la reina Ester de pie en el patio, se mostró complacido con ella y le extendió el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro. El rey le preguntó:—¿Qué te pasa, reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería!

—Ester 5:1-3 (NVI)
La cita bíblica no es un texto usual para la época de Adviento pero, durante esta temporada, no solo estamos llamados a esperar con anhelo la llegada del Rey recién nacido, sino que también se nos desafía a acercarnos al Rey Jesús de forma apropiada.
En el caso de la reina Ester, vemos como entró hasta el trono del rey Asuero para conseguir su favor. Aunque no tenemos que ganar la gracia del Rey del Cielo (¡después de todo, somos hijos amados de Dios!), recordemos que Dios es soberano y que debemos acercarnos al Rey de la creación con buenas intenciones, humildad, arrepentimiento y audacia santa. Recordemos también que, gracias a Cristo, tenemos un lugar reservado ante el trono de Dios. El escritor de Hebreos lo expresa de esta manera: «Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos»

(Hebreos 4:15-16). Así pues, mientras nos preparamos para la llegada de Cristo, ¡acerquemos a él con la reverencia y la audacia llena de gracia que merece el Rey de reyes y Señor de señores!

— Reverenda Kimberly Orr
   Editora Mundial
   The Upper Room