[Esteban respondió:] «El Dios de la gloria se apareció a nuestro
padre Abraham cuando este aún vivía en Mesopotamia, antes
de radicarse en Jarán. “Deja tu tierra y a tus parientes —le dijo
Dios—, y ve a la tierra que yo te mostraré”. Entonces salió de la
tierra de los caldeos y se estableció en Jarán. Desde allí, después
de la muerte de su padre, Dios lo trasladó a esta
tierra donde ustedes viven ahora».
En la cita bíblica arriba, Esteban empieza su sermón pro-
fético con la estadía de Abraham. Debido a que conocemos el
final de la historia de Abraham, es fácil pasar por alto el hecho
de que casi no llegó a la Tierra Prometida. Como dice Esteban,
Abraham se «estableció» en Jarán, aproximadamente a medio
camino entre Ur (el actual Irak) e Israel. Según Génesis 12, se
necesitó un llamado renovado y directo de parte de Dios para
sacar a Abraham de su zona de comodidad.
Según el calendario, nos encontramos a mitad del año, y es
una buena oportunidad para evaluar nuestras propias zonas de
comodidad. ¿En qué maneras nos hemos detenido en cumplir
el llamado del evangelio de Dios? ¿Nos hemos conformado con
detenernos a medio camino en lugar de dar paso para que pros-
pere el reino de Dios?
Jesús urge a sus seguidores a arriesgarse a vivir más allá de
los confines de la comodidad y de lo familiar —lo establecido—
y a seguirle a donde sea y entre quienquiera; porque como dijo
Jesús: «El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás,
no sirve para el reino de Dios» (Lucas 9:62,
DHH).