Carta de Santiago 1:2-6, 12-17
2
Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando estén pasando por diversas pruebas. 3
Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia. 4
Pero procuren que la paciencia complete su obra, para que sean perfectos y cabales, sin que les falte nada. 5
Si alguno de ustedes requiere de sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios se la da a todos en abundancia y sin hacer ningún reproche. 6
Pero tiene que pedir con fe y sin dudar nada, porque el que duda es como las olas del mar, que el viento agita y lleva de un lado a otro. 12
Dichoso el que hace frente a la tentación; porque, pasada la prueba, se hace acreedor a la corona de vida, la cual Dios ha prometido dar a quienes lo aman. 13
Cuando alguien sea tentado, no diga que ha sido tentado por Dios, porque Dios no tienta a nadie, ni tampoco el mal puede tentar a Dios. 14
Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos. 15
El fruto de estos malos deseos, una vez concebidos, es el pecado; y el fruto del pecado, una vez cometido, es la muerte. 16
Queridos hermanos míos, no se equivoquen. 17
Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación.