Carta de san Pablo a los Romanos 1:8-17
8
En primer lugar, por medio de Jesucristo doy gracias a mi Dios por todos ustedes y porque su fe se difunde por todo el mundo. 9
Dios, a quien sirvo con todo mi corazón predicando el evangelio de su Hijo, es testigo de que los recuerdo siempre en mis oraciones, 10
y de que en ellas le ruego que, si es su voluntad, me conceda que por fin pueda ir a visitarlos. 11
Porque deseo verlos para impartirles algún don espiritual, a fin de que sean fortalecidos; 12
es decir, para que nos fortalezcamos unos a otros con esta fe que ustedes y yo compartimos. 13
Pero quiero que sepan, hermanos, que muchas veces me propuse ir a visitarlos para tener también entre ustedes algún fruto, como entre los otros hermanos no judíos, pero hasta ahora he encontrado obstáculos. 14
Estoy en deuda con todos, sean griegos o no griegos, sabios o no sabios. 15
Así que, por mi parte, estoy dispuesto a anunciarles el evangelio también a ustedes, los que están en Roma. 16
No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: en primer lugar, para los judíos, y también para los que no lo son. 17
Porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, que de principio a fin es por medio de la fe, tal como está escrito: «El justo por la fe vivirá.»