Isaías 9:1-17
1
Pero no siempre habrá oscuridad para la que ahora está angustiada. En los primeros tiempos las regiones de Zabulón y Neftalí fueron afligidas, pero en los últimos tiempos se llenará de gloria el camino del mar, al otro lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. 2
El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz; sí, la luz resplandeció para los que vivían en un país de sombras de muerte. 3
Tú aumentaste el regocijo, y acrecentaste la alegría. En tu presencia se alegrarán, como se alegran durante la siega; como se regocijan cuando se reparten el botín. 4
Tú quebraste el yugo y la vara que pesaban sobre sus hombros, y el cetro que los oprimía, como en el día de Madián. 5
¡Quemado será todo calzado que lleva el guerrero en el fragor de la batalla! ¡Pasto para el fuego será todo manto revolcado en sangre! 6
Porque un niño nos ha nacido, ¡un hijo nos ha sido concedido! Sobre sus hombros llevará el principado, y su nombre será «Consejero admirable», «Dios fuerte», «Padre Eterno» y «Príncipe de paz». 7
La extensión de su imperio y la paz en él no tendrán límite. Reinará sobre el trono de David y sobre su reino, y lo afirmará y confirmará en la justicia y el derecho, desde ahora y para siempre. Esto lo hará el celo del Señor de los ejércitos. 8
El Señor envió su palabra sobre Jacob, y cayó sobre Israel. 9
Y la conocerá todo el pueblo, y Efraín y los habitantes de Samaria, que con soberbia y altivez de corazón dicen: 10
«Los ladrillos se cayeron, pero edificaremos con piedra de cantera; talaron los sicómoros, pero nosotros los repondremos con cedros.» 11
Pero el Señor juntará a los enemigos de Resín y los levantará contra él; 12
del oriente vendrán los sirios, y del poniente los filisteos, y a boca llena devorarán a Israel. Pero ni así cesará su furor. Su mano aún seguirá extendida. 13
El pueblo no se volvió al Señor de los ejércitos. No buscó al que lo castigaba; 14
así que en un mismo día el Señor le cortará a Israel la cabeza y la cola, el tronco y la rama. 15
(La cabeza es el anciano de rostro venerable, y la cola es el profeta que enseña mentiras.) 16
Los que gobiernan a este pueblo son unos mentirosos; por eso sus gobernados se pierden. 17
Por tanto, el Señor no se alegrará por sus jóvenes, ni tendrá misericordia de sus huérfanos y viudas, pues todos son falsos y malvados; de toda boca brotan necedades. Pero ni así cesará su furor. Su mano aún seguirá extendida.