Segunda carta de san Pablo a los Corintios 5:4-18
4
Los que estamos en esta tienda, que es nuestro cuerpo, gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desvestidos, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5
Pero Dios es quien nos hizo para este fin, y quien nos dio su Espíritu en garantía de lo que habremos de recibir. 6
Por eso vivimos siempre confiados, pues sabemos que mientras estemos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor 7
(porque vivimos por la fe, no por la vista). 8
Pero confiamos, y quisiéramos más bien ausentarnos del cuerpo y presentarnos ante el Señor. 9
Pero ya sea que estemos ausentes o presentes, siempre procuramos agradar a Dios. 10
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo bueno o lo malo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo. 11
Así que, puesto que conocemos el temor del Señor, procuramos convencer a todos. Para Dios es evidente lo que somos; y espero que también lo sea para la conciencia de ustedes. 12
No estamos recomendándonos otra vez a ustedes, sino que les damos la oportunidad de estar orgullosos de nosotros, para que tengan con qué responder a los que presumen de las apariencias y no de lo que hay en el corazón. 13
Si estamos locos, lo estamos para Dios; y si estamos cuerdos, lo estamos para ustedes. 14
El amor de Cristo nos lleva a actuar así, al pensar que si uno murió por todos, entonces todos murieron; 15
y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 16
Así que, de aquí en adelante, nosotros ya no conocemos a nadie desde el punto de vista humano; y aun si a Cristo lo conocimos desde el punto de vista humano, ya no lo conocemos así. 17
De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo! 18
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación.