Hablando del cuerpo de Cristo y de los dones que cada miembro de la congregación aporta:
«Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y, si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él».
—1ª a los Corintios 12:26 (NVI)
Hablando de división y discriminación entre los creyentes:
«Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús».
—Gálatas 3:28 (NVI)
Mi trabajo en The Upper Room me ha dado la oportunidad de viajar internacionalmente. He observado los ojos de los niños refugiados en Ucrania y de los niños de los asentamientos informales en Sudáfrica. He escuchado a los pies de personas muy importantes en el campo de la espiritualidad tanto en Europa como en África. Me he sentido pequeño espiritualmente en su presencia, no porque esa fuera su intención, sino porque la profundidad de su perspicacia y sabiduría, combinada con las circunstancias en las que se ha formado su espiritualidad, está casi más allá de mi comprensión. He escuchado historias de la guerra en Ucrania y he sido testigo de la pobreza en algunos lugares de África. He oído hablar del racismo en la lucha contra el apartheid. En todas estas circunstancias he sido testigo del sufrimiento infligido a los hijos de Dios por otros hijos de Dios…
En la meditación de The Upper Room Disciplines de julio 19 de 2022, Jeannie Alexander dice:
A todos nos gusta restar importancia a las formas en que contribuimos a un mundo en el que impera el mal; puede resultar abrumador reconocer exactamente lo rotos que están los sistemas de nuestro mundo. Sin embargo, como cristianos, no podemos ignorar nuestro llamado a participar en la redención de toda la creación. Sabemos que no podemos arreglar todas las injusticias, pero estamos llamados a actuar. La reconciliación es un proceso activo; debemos entrar en él como tal.
También habla de nuestra tendencia a inclinarnos hacia la lástima o la incapacidad para hacer frente a estas realidades. Puedo dar fe de las mismas tendencias en mí misma. A veces, el sufrimiento del mundo parece tan abrumador que es irredimible. En cualquier caso, es un abandono de nuestro llamado como discípulos de Jesús.
En mi vida personal, las palabras de Alexander me impulsan de nuevo a la acción, a las acciones pequeñas que puedo llevar a cabo para marcar la diferencia. Como alentar y apoyar dos iniciativas pequeñas de ayuda a los refugiados en Polonia y Ucrania. Además, trabajar para organizar una clínica dental en un asentamiento de Johannesburgo. Y orar.
En el trabajo, The Upper Room ha tomado la decisión de pasar de ser una organización con sede en EE.UU. con vínculos internacionales a un ministerio genuinamente global. Mis experiencias y especialmente escuchar a mis colegas internacionales, han influido directamente en mi forma de pensar y de hacer mi trabajo.
Por ejemplo, cuando viajo por el mundo mayoritario (el mundo fuera de Occidente) en nombre de The Upper Room, ahora entablo relaciones con menos miedo a oír hablar de los errores cometidos en el pasado y estoy más dispuesto a asumir la responsabilidad por las formas en que las relaciones se han visto dañadas. He aprendido que estar juntos en una relación con integridad requiere tanto confesión como perdón.
Para mí, las siguientes cuatro características han cobrado importancia en mi trabajo para que actuemos con integridad y busquemos resultados positivos a nivel mundial.
Me he dado cuenta de que este llamado es el opuesto cultural de la división tan frecuente en nuestro país y en nuestro mundo. El compromiso de reconocer que todos somos hijos de Dios y que no somos más listos, más espirituales o, de algún modo, más evolucionados teológicamente es crucial para la sanación del mundo. Esto no implica disminuirnos a nosotros mismos, sino elevar a nuestros hermanos para que podamos funcionar equitativamente en nuestra labor de formación espiritual. Y así agregamos la igualdad espiritual a la justicia social y a la justicia económica a medida que procuramos la comunidad de Dios en la tierra.
Este es un trabajo apasionante en un momento crítico. Sí, es una labor y nuestro llamado como cuerpo de Cristo. Que Dios nos conceda la sabiduría y la humildad para llevarlo a cabo con lealtad.
Pete Velander, nativo de Minnesota, es Director Ejecutivo del equipo Iniciativa Internacional de The Upper Room. Se trasladó a Nashville hace diez años para cumplir su sueño desde hace mucho tiempo de trabajar para The Upper Room. Durante este tiempo ha desarrollado una pasión por el avance de la misión de The Upper Room en el ministerio global. Está casado con Magda, y entre los dos tienen 5 hijos y 5 nietos.
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