Acercarnos a nosotros mismos, a Dios y a nuestra comunidad: La obra espiritual de superar el racismo.

2 de junio, 2020 por Stephen D. Bryant

«Y debo decir esta noche que un motín es el lenguaje de los que no han sido escuchados. ¿Y qué es lo que Estados Unidos ha fallado en escuchar?... Ha fallado en escuchar que las promesas de libertad y de justicia no se han cumplido. Y ha fallado en escuchar que grandes segmentos de la sociedad blanca están más preocupados por la tranquilidad y el status quo que por la justicia y la humanidad».

Rdo. Dr. Martin Luther King, Jr., discurso «La otra América» en la Universidad de Stanford, 1967.

Desde sus inicios, The Upper Room (El Aposento Alto) se ha opuesto al racismo, y todavía lo hace. El mismo nombre de nuestra organización fue una respuesta inspirada en la lectura bíblica en Hechos 2: 1-11 en un avivamiento hace 85 años. El relato de Pentecostés es lo que dio origen a The Upper Room: la visión de un nuevo tipo de comunidad, moldeada por la fe en Cristo, que era internacional, interracial e interdenominacional.

Y The Upper Room afirmó «internacional, interracial e interdenominacional» como distintivos y valores de la organización. En los últimos días del siglo XX, la organización abandonó ese lema, asumiendo que era redundante porque todo el ministerio es internacional, todos los movimientos de oración son interdenominacionales y todas las personas cristiananas abrazan la comunidad interracial en el reino de Dios en el que estamos trabajando para lograr tanto en La tierra como en el cielo.

Hoy, me arrepiento de mi ingenuidad, mi visión errónea de que la humanidad, nuestra sociedad, mi gente, los hombres blancos como yo, están sanos y sanan el racismo. Y estoy comprometido a elevar una vez más esos valores fundamentales, tal vez con un lenguaje nuevo y más moderno. The Upper Room está comprometido con un ministerio cada vez más global, antirracista y ecuménico. En estos días estamos llamados a prestar atención especial y enfocada a ser antirracistas. Esta es la obra del discipulado y la formación espiritual.

Estamos plagados de una pandemia y una epidemia, una pandemia mundial de COVID-19 y una epidemia nacional de racismo sistémico y supremacía blanca implacable. Para la pandemia, tenemos un plan y conocemos las prácticas que superarán la propagación del virus. Para la epidemia, ¿cuál es nuestro plan? ¿Cuáles son las prácticas mediante las cuales podemos reclamar el poder y la libertad que Dios nos ha dado «para resistir el mal, la injusticia y la opresión en cualquier forma que se presenten»

Hace solo unas semanas después del lanzamiento del video del asesinato de Ahmaud Arbery, dos colegas negros, en diferentes días, compartieron conmigo en carácter confidencial su miedo a salir a caminar por sus vecindarios.

El lunes, un oficial de policía blanco mató a George Floyd presionando con su rodilla el cuello de George durante cinco minutos mientras éste gritaba: «¡No puedo respirar!» hasta que su aliento se fue.

Ayer, en un eCourse (curso a través de la Internet) de Upper Room, una abuela de 70 años compartió su temor por sus nietos e incluso por ella misma por el color de su piel.

Estos testimonios son evidencia del trauma que produce el racismo. Esto no es lo que Dios pretendió para la creación que Dios llamó buena.

El llamado de Cristo nos lleva a compartir su vida, su sufrimiento y su ministerio, para llevar a cabo cada día lo que haría en nuestro lugar. ¿Entonces, dónde empezamos? ¿Qué haría Cristo en nuestro lugar hoy?

Permítanme sugerir tres prácticas.

1. Nos acercamos a nuestros corazones, enfrentando el mal que vive en nosotros. Confesamos. Seguimos el ejemplo de Jesús. Escuchó la voz del demonio y dijo: «No». ¿Cómo estamos indagando en nuestro interior y mirando la cara del mal dentro de nosotros mismos? ¿Cómo somos cómplices de los sistemas que mantienen el mal en su lugar?

2. Nos acercamos a Dios. Jesús dependía completamente del Espíritu de Dios para tener el poder de «proclamar buenas noticias a los pobres; proclamar libertad a los cautivos, dar vista a los ciegos,  poner en libertad a los oprimidos». (Lucas 4:18, RVC) ¿Cómo nos acercamos a Dios y buscamos el valor y el poder para que muera en nosotros la vieja creación y podamos convertirnos en parte de la nueva creación?

3. Nos acercamos a nuestra comunidad. Jesús comenzó donde estaba, con su comunidad local. Comenzó consigo mismo, luego con los que lo rodeaban, los afectados por los demonios y las enfermedades de la sociedad en la que él y ellos vivían. Jesús estaba comprometido con el diálogo. Jesús comulgó con amigos y enemigos. Jesús oró por la víctima y el perpetrador. ¿Cómo estamos llegando al diálogo con nuestra comunidad, con nuestras iglesias, con nuestros amigos, con nuestros enemigos? ¿Cómo son la compasión y la amabilidad en una era de violencia y de odio?

The Upper Room se compromete a caminar con usted a medida que nos comprometemos juntos con el trabajo formativo de superar el racismo en nuestro mundo. Podemos ayudarnos unos a otros y a nuestras comunidades de fe al acercarnos, alzarnos y extendernos, demostrando la comunidad amada que Cristo creó en el día de Pentecostés. Que siempre sea así.

El reverendo Stephen D. Bryant es el Editor Mundial de The Upper Room.


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