JUSTIN COLEMAN | Leer Evangelio según San Juan 2:13-22
Algunas personas están inquietas por el hecho de que Jesús volcó las mesas. Tendemos a imaginar a Jesús siempre manso, apacible y bondadoso. Que Jesús pudiera enojarse nos recuerda que Dios en su Trinidad puede enojarse, y se deduce que Dios podría enojarse conmigo de vez en cuando, y estoy...
Oh Dios, que la pasión por tu casa y tu pueblo me consuma. Amén.
A medida que continuamos en la temporada de Cuaresma, recordamos otro capítulo importante en la historia de la salvación. Así como Dios estableció pactos con Noé y Abraham y sus descendientes, Dios renovó la relación con los israelitas al darles la ley. La obediencia a la ley no era el medio para ganarse el amor de Dios, sino una respuesta de amor del pueblo al amor que Dios ya les había mostrado. El salmista entiende que la ley de Dios crea un motivo de regocijo, porque es más valiosa que el oro. Tanto el apóstol Pablo como Juan abordan situaciones en las que algunos habían distorsionado la adoración a Dios. O bien se consideraban demasiado buenos para el evangelio (1ª a los Corintios), o habían violado el pacto al alterar la adoración adecuada por el bien de la ganancia (Juan).
Lea Éxodo 20:1-17. ¿Cómo mantiene a Dios como el foco central de su vida? ¿Qué le aleja de ese enfoque?
Lea el Salmo 19. ¿De qué manera experimenta las leyes de Dios como «más dulces… que la miel»? ¿Cuándo se encuentra tratando de resistir las leyes de Dios?
Lea 1ª a los Corintios 1:18-25. ¿Qué significa para usted que «… lo insensato de Dios es más sabio que los hombres»?
Lea Juan 2:13-22. ¿Cómo responde a la ira y a las acciones de Jesús en esta lectura? ¿Sus acciones encajan con la forma en que generalmente imagina a Jesús?
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