LETANÍAS DE ADORACIÓN DE ADVIENTO

1 de noviembre, 2018 por Peter Velander

En la tradición cristiana, la utilización de velas en rituales
de esperanza es anterior al uso de la corona de Adviento. La
mayoría de estos ritos fortalecieron la esperanza de que pronto
terminaría el invierno y que llegarían los días primaverales, más
luminosos y cálidos.
No fue difícil adaptar estas tradiciones al tiempo de
Adviento, que también se trata de esperar y anhelar la luz— la
luz de Cristo.
De acuerdo con la tradición, la primera corona de Adviento
fue creada por el pastor alemán Johann Hinrich Wichern en
respuesta a las incontables preguntas de los niños que vivían en
la misión urbana donde él trabajaba. Los niños querían saber
si ya era Navidad. En 1839, Wichern creó una corona con 24
velas que representaban los días hasta la Navidad y cuatro de
color blanco que representaban las semanas. Esta práctica ganó
popularidad en Europa alrededor de 1920 y en Norteamérica y
otros lugares una década después.
Hoy día, la mayoría de las personas cristianas asocia las
velas de Adviento con cuatro palabras que nos guían hasta el
nacimiento de Jesús: esperanza, paz, gozo y amor, seguidas del
encendido de cada una de ellas.
Las letanías que aparecen a continuación pueden ser utilizadas
durante la adoración del día domingo, en familia o para la
meditación o reflexión personal al preparar nuestros corazones
para la venida del Cristo niño.


Primer Domingo de Adviento: Despierta en nosotros la
Esperanza

Leer: Jeremías 33:14-16
Encender la primera vela, la vela de esperanza.
Decir:
«Vienen días en que yo confirmaré las buenas promesas
que he hecho a la casa de Israel y a la casa de Judá»
(Jeremías
33:14, RVC).

Reflexionar: El pueblo de Dios ha sido siempre un pueblo con
esperanza. Guardar silencio por un minuto, reflexionando
sobre qué espera como hijo de Dios.
Orar: Dios de esperanza, danos una visión del futuro que esté
en armonía con tu voluntad para con nosotros. Amén.


Segundo Domingo de Adviento: Despierta en nosotros la Paz

Leer: Lucas 3:1-6
Encender la vela de esperanza y la segunda vela, la vela de
paz.
Decir:
«Todo valle será rellenado, y todo monte y colina será
nivelado. Los caminos torcidos serán enderezados, las sendas
dispares serán allanadas, y todos verán la salvación de Dios»

(Lucas 3:5-6, RVC).
Reflexionar: Vivimos en un tiempo de división y de luchas.
Durante un minuto, permanezca en silencio y escuche el llamado
que le hace Dios para ser un pacificador. ¿Qué le está
pidiendo el Señor?
Orar: Dios de paz, anímanos a ser mensajeros de la paz en
todos los lugares y con todas las personas que encontremos.
Amén.

Tercer Domingo de Adviento: Despierta en nosotros el Gozo

Leer: Isaías 12:2-6
Encender las velas de esperanza y paz y la tercera vela, la
vela de gozo.
Decir:
«... y con gran gozo sacarán ustedes agua de las fuentes de
la salvación»
(Isaías 12:3, RVC).
Reflexionar: En silencio, considere los dones de Dios que le
brindan gozo, el tipo de gozo que se siente como agua fresca
que surge de un manantial.
Orar: Dios de gozo, cuando nuestros corazones se elevan, recuérdanos
que tú eres la fuente de toda bendición. Concede
que nuestro mayor gozo sea tu presencia, que está siempre
con nosotros. Amén.

Cuarto Domingo de Adviento: Despierta en nosotros tu Amor

Leer: Lucas 1:39-55
Encender las velas de esperanza, paz, gozo y la cuarta vela, la
vela de amor.
Decir:
«Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en
Dios mi Salvador. Pues se ha dignado mirar a su humilde
sierva, y desde ahora me llamarán dichosa por todas las generaciones.
Grandes cosas ha hecho en mí el Poderoso; ¡Santo
es su nombre!»
(Lucas 1:46-49, RVC).
Reflexionar: ¿De quién recibe amor? ¿A quién brinda usted
amor? ¿Cómo vive el amor de Dios en su vida? ¿Cuándo se
ha sentido más amado?
Orar: Dios de amor, danos confianza en tu amor de modo que
podamos compartir libremente tu amor con los demás.
Amén.

Nochebuena/Navidad: Recibimos la luz de Cristo

Leer: Salmo 96:1-13
Encender las velas de esperanza, paz, gozo y amor, y la vela
de Cristo ubicada en el centro.
Decir:
«El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz; sí,
la luz resplandeció para los que vivían en un país de sombras
de muerte […] Porque un niño nos ha nacido, ¡un hijo nos
ha sido concedido! Sobre sus hombros llevará el principado,
y su nombre será ‘Consejero admirable’, ‘Dios fuerte’, ‘Padre
Eterno’ y ‘Príncipe de paz’»
(Isaías 9:2,6, RVC).
Reflexionar: ¿Cúando ha estado usted en las «tinieblas»?
¿Cómo podría Jesús traer una «luz resplandeciente» en esas
áreas? ¿Cómo se vería esa «luz resplandeciente
»?
Orar: Dios de salvación, a medida que tu brillante
luz irrumpe en el mundo a través del
nacimiento de tu hijo, Jesús, rodéanos con la
luz de tu amor y tu salvación. Amén.

Pete Velander
Director Ejecutivo
División Editorial de The Upper Room


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Acerca de la guía de meditaciones

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