Soichi Watanabe es un artista japonés que en sus obras hace uso de formas geométricas simples y figuras sin rostro. Emplea estas técnicas para invitar a los espectadores a verse ellos mismos en el relato pintado y a reconocer a Jesucristo en los rostros de otras personas. Sus pinturas reflejan su respuesta a la obra de Dios en su propia vida. En el arte de la portada de este número, Watanabe nos invita a ingresar a un lugar lleno de una variedad de personas no muy comunes: reyes, pastores, una familia e incluso animales. Como espectadores, nosotros también estamos dentro del lugar, testigos del gran evento ocurrido en Belén hace muchos años. Watanabe lleva nuestra atención hacia el sector de abajo y al centro de la pintura. Allí somos recibidos por el resplandor cálido del niño Jesús en el pesebre. ¿No es asombroso lo rápido que un bebé puede captar nuestra atención y nuestros corazones? Claro que no se trata de un bebé cualquiera. A medida que ampliamos la mirada podemos ver a María sosteniendo a su hijo, el niño que será el Salvador de su pueblo y cuyo nombre es Emanuel (Ver Mateo 1:18-23). Sobre ellos los reyes se inclinan con reverencia. En el extremo opuesto de los reyes, José y los pastores también se inclinan y miran hacia el pesebre. También la oveja y la vaca observan a María y su niño. Desde el pesebre, el niño Jesús emana un rayo de luz que ilumina los rostros de quienes se han reunido. Esta luz, la luz que Cristo trajo al mundo, sigue brillando hoy. La invitación en este tiempo de Adviento y Navidad es que todos brillemos con la luz de Cristo de tal manera que cada persona que nos encontremos no pueda evitar asomarse para verla mejor.
La misión de la revista El Aposento Alto es proveer una forma práctica de escuchar la Escritura, de conectarse con los creyentes alrededor del mundo y de pasar un tiempo con Dios cada día.