¿Y qué es lo que espera de ti el Señor?: Practicar la justicia, amar
la misericorida y caminar humildemente ante tu Dios.
— Miqueas 6:8 (NVI)
Cuando era joven y sentía pena por mí misma – quizás me
habían dejado fuera de un grupo, había hecho una mala nota en
un examen, o sentía que alguien me había tratado injustamente
– mi madre escuchaba mis penas. Entonces decía: «Cuando
estás sintiendo pena por ti misma, lo mejor es hacer algo bueno
por alguien más». Aunque yo me quejaba, ella siempre tenía
la razón. Conservé ese consejo y ha influenciado la manera en
que vivo mi vida y entiendo mi caminar de fe como seguidora
de Cristo.
En este número de la revista, various escritores cuentan
de situaciones desafiantes cuando era difícil aferrrarse a la esperanza
y era fácil desesperarse. A pesar de la incertidumbre
causada por enfermedades crónicas, pérdida de trabajo, inseguridad
financiera, o tristeza, estos escritores se aferraron a la
esperanza y encontraron fuerza a través de la oración, el estudio
de la Biblia, y a menudo mostrando actos de compasión a los
demás. Nos recuerdan que como personas de fe, podemos ser
las manos y los pies de Cristo o la respuesta a la oración de alguien
— el maná en el desierto (ver Éxodo 16), los cuervos que
traen comida (ver 1º de Reyes 17:1-6).
Mostrar compasión y cuidado cuando estamos en nuestro
punto más vulnerable requiere esfuerzo y coraje. Pero cuando
lo hacemos, es un testimonio a los demás de la fidelidad de
Dios en todas las circunstancias, y también
nos recuerda que Dios permanecerá fiel a nosotros.
Que todos encontremos la fuerza para
recordar la fidelidad de Dios, para confiar en la
esperanza que nos ofrece, y para compartir esa
esperanza con el mundo a través de nuestras
acciones.